CONFRONTANDO LA ABYECCIÓN EN FUCKIN ÅMÅL, por rafael plaza

Como sabemos, lo abyecto es en su significado algo que nos genera rechazo, aquello que vemos como despreciable y que en su contenido resulta una afrenta y un desvalor ante las normas culturales y sociales, eso que puede afectar la sensibilidad de la conciencia pública. Para Julia Kristeva, lo que vuelve abyecto a un elemento es “aquello que perturba una identidad, un sistema, un orden”1. No obstante, aquel objeto de abyección puede ser hallado de manera interna, cuando “el sujeto encuentra lo imposible en sí mismo: cuando encuentra que lo imposible es su ser mismo”2, y de este modo no se presenta un repudio únicamente de la sociedad sino además proveniente desde el propio ser. Son estas dos formas de desprecio las que se presentan en los personajes de Fucking Åmål, película dirigida por el realizador sueco Lukas Moodysson en 1998.     

Proveniente del mundo literario, habiendo ya publicado varias colecciones de poemas y una novela, Moodysson decidió intentar aventurarse en un arte que según su opinión le permitiera expresarse en una forma menos introvertida y que pudiera ser receptado por una mayor audiencia. Fucking Åmål fue la opera prima del cineasta y en su relato nos cuenta como Agnes, una adolescente retraída que acaba de cumplir dieciséis años empieza a experimentar el que posiblemente sea su primer enamoramiento, y al mismo tiempo se nos muestra a Elin de catorce años, una chica popular que asiste al mismo colegio y que es la persona de quien Agnes se ha enamorado.  

El título del filme hace referencia a la pequeña ciudad de Åmål ubicada en Suecia, que se presenta como un lugar poco poblado del que ambos personajes coinciden en que preferirían salir cuanto antes. Agnes jamás ha besado a nadie pero parece reconocer y aceptar decididamente su sexualidad y su atracción por Elin, aunque no por ello quiera contárselo a alguien. Elin por otra parte, nunca ha tenido relaciones sexuales, mas si ha tenido a varios chicos como parejas casuales, aunque cuando se entera de que Agnes podría ser lesbiana, decide jugar con esa idea, sin embargo, al escuchar el rumor de que Agnes realmente podría estar atraída por ella empieza a cuestionarse su propia sexualidad y a estudiar la posibilidad de que ella también podría estar interesada en aquella chica. Ambas jóvenes se juntan en la noche del cumpleaños de Agnes, y mientras caminan por las calles de su pequeña localidad parecen crear un vínculo que finaliza en un beso impulsivo. Agnes nunca le ha hablado a su familia, y ni siquiera a su única amiga de su atracción por Elin, porque sabe y siente que para todos generaría un efecto de repudio, mientras que esta nueva sensación de gusto por otra chica representa en Elin no solo una confusión, sino también un rechazo hacia sí misma por empezar a manifestar ese tipo de sentimientos.    

En dicho ambiente, Elin ni siquiera se atreve a contarle a su hermana mayor, a quien normalmente detalla sus confidencias, sobre lo que ha ocurrido y lo que está comenzando a sentir. Atrapada en medio de aquella turbación, decide iniciar una relación con un chico por el cual en realidad no se encuentra atraída, y muy probablemente por aquel desconcierto en el que se halla, resuelve tener relaciones sexuales con él, tras lo cual manifiesta algo de inconformidad y displicencia. Así como Foucault menciona que para ciertos pensadores como Clemente de Alejandría el acto sexual posee un “objetivo” que es “la paidopoiia, la producción de hijos, la progenitura en sentido estricto”,3 otros autores posteriores indicaran las propiedades de aquel acto como una acción de placer; mas en el filme, Elin no lo realiza por ninguna de estas búsquedas. Ella parece interesada en saber si dicha actividad con un chico le permitirá aclarar las dudas que empiezan a aparecer en su previamente resuelta identidad, y dado que no logran solucionarse, empieza a ignorar a Agnes en el colegio, intentando que sus amigas y su hermana no se den cuenta de que ellas han formado una especie de conexión días atrás.  

Elin no desea aceptar lo que su cuerpo y mente le indican que siente, pero esto no se da porque ella rechace de una forma radical la idea de estar cerca de Agnes, sino porque comprende que su madre y su hermana, sus amigas y todos quienes la conocen no entenderían ni aceptarían ese nexo entre ellas. A pesar de que Agnes aparece en los sueños de Elin acercando su cabeza a la de ella con ternura, y que esas imágenes le generen curiosidad y sensaciones en su internalidad, Elin es desalentada por sí misma de seguir sus propios estímulos, puesto que es víctima de ser consciente de que para la sociedad que la circunda, una relación entre ellas sería totalmente condenada. Incluso aunque ella conozca el hecho de que en el colegio algunos estudiantes divulguen y le confieran una reputación deshonrosa por haberse enlazado con varios chicos, esto en realidad no parece importarle, no obstante, le resulta inconcebible lo que significaría para el resto de la gente si ella demostrara su interés por otra chica, y se percibe imposibilitada de confrontar a sus cercanos, y aceptar sus verdaderos afectos.     

Como expresa Judith Butler, la sexualidad en la perspectiva de una sociedad se da por la construcción de reglas a través de “un proceso mediante el cual las normas reguladoras materializan el «sexo» y logran tal materialización en virtud de la reiteración forzada de esas normas” (Butler 2002, 18). Estos preceptos — continúa Butler — que se ejercen para regular, obran “para materializar el sexo del cuerpo, para materializar la diferencia sexual en aras de consolidar el imperativo heterosexual”4. Son a estas “normas” contra las que se enfrenta Elin en su búsqueda por aclararse a sí misma las nuevas sensaciones que experimenta, aunque Agnes, a pesar de estar segura de lo que siente también está encerrada bajo los mismos códigos, y tampoco desea hablar con ninguno de sus familiares sobre su atracción. Ambas en ese momento sobrellevan la misma incertidumbre sobre contar su secreto, padecen de la misma atracción hacia la otra, se sienten incomprendidas por sus figuras parentales, aspiran a salir de ese pequeño poblado llamado Åmål, y más que nada creen profundamente que no encajan ni pertenecen a esa comunidad.    

Durante la noche del cumpleaños de Agnes, en que ella y Elin tienen oportunidad de conocerse y hablar de sus vidas, se plantean ir a Estocolmo, esbozando la idea de que en la capital sueca Agnes podría conocer muchas chicas. Es durante la emoción de esa aventura planteada en que empieza a generarse un lazo entre las dos, tal vez porque esa ilusión del “escape” es de gran manera un deseo profundo de ambas. Por supuesto que incluso si ellas pudieran salir de su localidad, y movilizarse a una ciudad más grande en donde suponen que las personas podrían tener una actitud más tolerante y comprensiva sobre sus elecciones, se enfrentarían inevitablemente a aquellos límites sociales que en la misma línea de Judith Butler,  son denominados por Georges Bataille bajo el concepto de “prohibición”, quien reflexiona que es un “hecho de que en todas las épocas, como en todos los lugares, …el hombre se define por una conducta sexual sometida a reglas, a restricciones definidas”.5  

Luego de confrontar al novio de su hermana sobre unas opiniones sexistas y darse cuenta de que el chico con el que tuvo su primera experiencia sexual ni siquiera es capaz de dar su propio punto de vista acerca del tema, Elin decide terminar su relación con él. Sin embargo, no sabe ni entiende que hacer con lo que siente por Agnes, aún piensa que nadie aceptaría que ella quiera entablar un nexo íntimo con otra chica, y por lo tanto se encuentra en un estado de ostensible frustración y miedo por lo que experimenta. Como manifiesta Hal Foster lo abyecto en un individuo “es una sustancia fantasmal no solamente ajena al sujeto sino íntima con él; demasiado de hecho, y es esta superproximidad la que produce el pánico en el sujeto”6.

Mientras Agnes sufre la indiferencia de su interés romántico, y es incapaz de odiarla por completo a pesar de que le produce dolor, Elin decide que no debe seguir reprimiendo sus sentires, y una tarde toma de la mano a Agnes y se encierra con ella en un baño del colegio en medio de los pasillos. Agnes no desea hablar con ella porque se siente herida, pero Elin le cuenta lo que siente y le asegura que es verdad. Al encontrarse encerradas en aquel pequeño espacio de uso general, otras estudiantes que quieren entrar se dan cuenta de que Elin está en compañía de alguien más, por supuesto que piensan que es un chico, basándose en su pasado y en los cotilleos. Ambas entienden que deben de salir ya que no pueden quedarse ahí para siempre, pero Elin sabe que si abre la puerta deberá encarar a sus amigas y a su hermana, puesto que ellas muy probablemente se den cuenta de todo, dados los rumores sobre la sexualidad de Agnes. En ese momento Elin ya no quiere seguir mintiéndole a Agnes ni a sí misma, por lo que abre la puerta para “salir” de su secreto y liberar su identidad genuina, confrontando a todos con una actitud de autoimpuesta irreverencia.

Dicha acción que va totalmente en sintonía con la actitud general de desvergüenza de Elin, ocasiona aun así un panorama de desequilibrio para todos en el colegio. Al manifestarse en esta forma, Elin se opone a aquellas mencionadas “leyes reguladoras”, creando “inestabilidades” en esas normas, que contundentemente pueden “producir rearticulaciones que pongan en tela de juicio la fuerza hegemónica de esas mismas leyes reguladoras”7. A Elin ya no le importa más lo que opine el resto sobre su identidad y está dispuesta a contraponerse a esos juicios. Agnes por su parte no podría estar más feliz, y quizás se siente más segura de sí misma que nunca antes.       

Evidentemente aquella “salida” de Elin de ese pequeño espacio para revelar su elección, no es la metáfora más sutil, pero el guion de la cinta de forma bastante acertada no presenta sus hechos como un drama absoluto, sino que los amalgama con instantes genuinamente divertidos, dotando a la historia de una naturalidad que permite un factor de identificación ante las situaciones presentadas, y que ayudadas por un estilo visual a veces casi documental, proveen a la película de una autenticidad perceptible. Moodysson dirige y escribe con una honestidad que se impregna en las imágenes y que construye a Agnes y a Elin como dos personajes entrañables con los que se establece una real conexión e interés. Dos chicas que deben enfrentar cada una la mirada abyecta de quienes están a su alrededor, pero deciden que estando juntas aquellas opiniones ya no les importan tanto.  

  1. Kristeva, Julia. 2006. Poderes de la perversión. Ciudad de México: Siglo XXI Editores. 11. ↩︎
  2. Kristeva. Julia…, 12. ↩︎
  3. Foucault, Michel. 2019. Historia de la sexualidad IV: las confesiones de la carne. Madrid: Siglo XXI de España Editores, 45. ↩︎
  4. Butler, Judith. 2002. Cuerpos que importan. Buenos Aires: Editorial Paidós, 18. ↩︎
  5. Bataille, Georges. 1997. El erotismo. Barcelona: Tusquets Editores, 54. ↩︎
  6. Foster, Hal. 2001. El retorno de lo real. Madrid: Ediciones Akal, 157. ↩︎
  7. Butler, Judith…, 18. ↩︎

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Rafael Plaza Andrade (Guayaquil)
Cineasta, actor, escritor sobre cine y gestor cultural. Miembro fundador del cineclub CinemaScape. Ha participado en más de una treintena de cortometrajes y en la película Lo Invisible (2021) de Javier Andrade, enviada como representante de Ecuador a los Oscars 2023. Ha colaborado en la logística del Festival EDOC en cinco ediciones, fue jurado de la mejor ópera prima latinoamericana en el Festival de Mar del Plata 2021 y seleccionado en el Talents Buenos Aires 2021. Además, ha obtenido acreditación de prensa en alrededor de treinta festivales internacionales, incluyendo Cannes, Locarno, Venecia y Berlín.