CONTRAINFORMACIÓN: OCUPAR UN ESPACIO

Demorragia construye, a partir de la iconografía política, un choque disruptivo mediante el paste-up en el espacio público. Una suerte de agitprop ecuatoriano, heredero de técnicas populares de grabado, la denuncia punk y el panfleto callejero.

Por fuera del marco de «lo sagrado» del arte, estos carteles funcionan como contrainformación. La ironía corrosiva como retórica, como herramienta de denuncia, se suma a una economía de recursos (tanto gráficos como de reproducción) para una propagación que juega, invierte y modifica los discursos oficiales.

Esta crudeza discursiva, en su casi literalidad, se vuelve necesaria en un contexto en el que los problemas evidentes se han vuelto cotidianos y, por tanto, infortunadamente «tolerados». Así, la mirada crítica nos lleva de golpe a desbloquear el escepticismo frente a la inaudita y cínica propaganda oficial.

La repetición de rostros, cráneos, íconos nacionales transgredidos, bananas, virus, parásitos y mapas fragmentados produce una narrativa coral sobre la violencia estructural, donde narcotráfico, capital financiero, fascismo y colonialismo quedan expuestos como un mismo y único sistema mutante, con dueños que tienen nombres y apellidos. Es así que la obra adquiere la categoría de «URGENTE».

Hacer del muro un espacio de enunciación política es retomar el derecho legítimo a la palabra, a intervenir en la vida común como sujetos activos.